Los problemas relacionados con la pérdida de memoria pueden ser una consecuencia normal del envejecimiento.
Cuando el cuerpo envejece, también el cerebro sufre cambios. Es por eso que algunas personas notan una disminución en la capacidad de memorizar cosas, de recordar perfectamente toda la información y, a menudo, tienden a perder objetos, sin recordar dónde los dejaron. En general, se trata de problemas de memoria leve.
Que no tienen por qué avanzar hacia un deterioro cognitivo que desarrolle una demencia senil o un Alzheimer, sobre todo si se siguen hábitos y actitudes de vida para prevenirlas.
Vamos a enumerar diferentes tipos de pérdida de memoria:
- Algunas veces, los problemas relacionados con la pérdida de memoria, están asociados con trastornos o enfermedades como el tiroides, los riñones, el hígado.
- En otros casos más raros, la pérdida de memoria puede ser causada por los efectos secundarios de los medicamentos, la deficiencia de vitamina B12, el alcoholismo, tumores o infecciones del cerebro.
En este caso, el médico debe diagnosticar y curar estas enfermedades graves en el momento oportuno, para evitar un empeoramiento de la situación clínica. - Los estados emocionales como estrés, ansiedad o depresión, pueden ocasionar problemas temporales de memoria y hacer que el paciente sea más descuidado llegando a confundirse con la demencia.
Si se está viviendo un momento difícil, desde el punto de vista emocional, como un accidente, pérdida de pareja, de trabajo, de un familiar, de un amigo etc., es natural sentirse triste, preocupado o melancólico. Y el estrés causado por estos cambios podría llevar a períodos de confusión o pérdida de memoria leve.
Afortunadamente, los trastornos de la memoria de origen emocional, generalmente, son temporales y desaparecen cuando la causa del estrés emocional ha pasado.
Sin embargo, si se prolongan durante mucho tiempo, es importante pedir la ayuda de un profesional médico o un psicólogo.
Ambas se engloban dentro del término demencia, pero según su nivel de evolución, conllevan características y síntomas que las convierten en enfermedades diferentes.
Tanto la Demencia como el Alzheimer se engloban dentro de las denominadas enfermedades neurológicas, siendo ambas degenerativas, lo que implica que las funciones orgánicas dañadas o perdidas del paciente no puedan regenerarse, aunque en alguna demencia senil con tratamiento y actitud de vida adecuada se ha conseguido recuperar parte de esas funciones y sobre todo los mejores resultados se han obtenido al enlentecer dicha degeneración.
Esta enfermedad es causada por la muerte progresiva de neuronas lo que ocasiona que algunas zonas del cerebro se atrofien.
Cuando se habla de demencia senil sólo se hace referencia a aquella que se producen después de los 65 años la demencia senil por otra parte no es causa de muerte y se debe a la pérdida de las funciones cognitivas de forma progresiva lo que ocasiona que las personas afectadas tengan problemas con la memoria, con el habla, con la resolución de problemas y la atención, con las funciones motoras, de personalidad y otras habilidades sociales.
Colegiada núm. 46 46 12727 – Valencia
Directora Médico de La Cruz Azul
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